Un silencio que acongoja.
Se alza el velo del misterio:
una familia imposible,
de parentesco invisible,
nos agasaja en su imperio.
Son la lumbre y son la sombra.
Testigos tienen enfrente
De vidas que no han vivido,
Mas recuerdan con pureza.
Y ahí reside la belleza:
Que en siendo lo que no han sido,
Sienten que lo fueron siempre.
Hay familias nucleares,
atómicas, ordenadas,
familias con padres o madres,
con primos, tíos y hermanas.
Esta de aquí no es típica,
pues dura poco el enlace.
Pero es potente, es intenso,
mágico, mutable, inmenso,
radioactivo e inestable.
Es la familia alquímica.
La piedra filosofal
De las artes más oscuras
Y brillantes que han mamado
Producen el resultado
Que cada noche conjuran.
Juntos, tienen libertad.
Juntos son, y plenamente.
Juntos se dan y se otorgan
lo que la vida les niega,
lo que el mundo sume en niebla.
La potencia en acto tornan.
Unen cuerpo, alma y mente.
Una familia tan regia,
Que se quiere tan profundo,
Que se deshace de cargas
mundanales, de taras,
por fuerza dura segundos:
no aguanta el mundo su esencia.
El velo ya no está alzado.
El misterio ha evanescido.
La familia pliega su arte
Y hacia cien destinos parte.
Ya no hay madres, ya no hay primos:
La función ha terminado.
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