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Coruña en el foco

Coruña en el foco

Peter Lindbergh, Untold Stories

(A Coruña, Galicia hasta el 28/02/2022, entrada libre)


La exposición de Lindbergh llegó a España de la mano de la super heredera del imperio Inditex, Marta Ortega, amiga del fotógrafo. El evento ha puesto a la ciudad de A Coruña en el mapa expositivo internacional. Las banderolas de promoción ondean en el aeropuerto internacional de Barajas en Madrid, en la estación de Porto y decoran las avenidas principales de la ciudad herculina con esas imágenes en blanco y negro, propias del expresionismo alemán.


Los visitantes se encuentran, primero, con un edificio singular, que ha recuperado y remodelado para el evento Elsa Urquijo, la arquitecta de referencia del grupo Inditex. Antes de entrar, en los containers marítimos de negro absoluto, se puede leer, en blancas tipografías, el nombre del fotógrafo, el título del evento, las fechas de exposición y el lugar donde se celebra. En la intimidad de los recipientes metálicos, con estrechas ventanas al mar del puerto, las primeras fotos, las de menor tamaño, son acompañadas por frases de Marta Ortega, Marie Sophie Wilson, Benjamin Lindbergh, Babeth Dijan, Julien dYs, Rosalia, Penélope Cruz, Kate Moss o Naomi Campbell, en las que se incluyen reflexiones sobre la belleza, la eternidad, el arte, y aquellas cosas que nos hacen sentir vivos y dan sentido a nuestra existencia. Los textos, como oraciones inspiradoras, van creando la atmósfera íntima adecuada que sirve de preámbulo al gran impacto que va a producir la primera gran sala, también negra, con una video instalación inmersiva, compuesta por 24 imágenes, “Manifest”, en la que el espectador se empapa de la forma de fotografiar del Lindbergh. Esas fotos son “sus elegidas”, sus iconos, su manera de entender la fotografía de moda, el “corpus” de su creación.


Foto: Isabel F. Palomo

La siguiente sala, blanca, está llena del suelo al techo de imágenes de gran formato en blanco y negro; “cuando fotografías las personas en color, fotografías su ropa. Cuando las fotografías en blanco y negro, fotografías su alma”, decía el fotógrafo Ted Grant. El espacio, con esas imágenes colosales, provoca en el visitante un ligero “sindrome de Stendhal” (reacción psicosomática que consiste en elevación del ritmo cardiaco, palpitaciones y vértigo cuando somos expuestos a obras extremadamente bellas). La acumulación de las obras en estas paredes recuerdan la antigua disposición de los famoso museos del Louvre y de El Prado antes de que se pusiese de moda el “menos es mas”, que ha llevado a rotar los fondos de los museos.


Es innegable el impacto conmovedor que se genera en la sala, no hace falta pedir silencio, se siente de manera solemne, casi sacra.


Foto: Isabel F. Palomo


Peter Lindbergh es el fotógrafo de la generación de modelos más mediáticas, quizá su inventor, y en esta antología póstuma se muestra como lo que fue, grandioso y vulnerable. De origen humilde, Lindbergh nació en la postguerra, en Lissa (en la Polonia ocupada) y fue criado en la granja de sus tíos en Duiburg. Dejó la escuela a los 15 años y comenzó a trabajar en una tienda como escaparatista. Se recuerda como artista desde que tenía uso de razón y, como todos, tardó años en encontrar su propia forma de expresarse. Llegó a la fotografía desde las Bellas Artes. Se matriculó en Berlín mientras estaba haciendo el servicio militar y el mismo reconoce que admiraba hasta el fanatismo al personaje de Van Gogh. Es, en su primera juventud, en Düseeeldorf, cuando comenzó a coquetear con la fotografía. En la ciudad alemana trabajó dos años como asistente del fotógrafo Hans Lux, y dos años después abrió su propio estudio, convirtiéndose rapídamente en el fotógrafo mejor pagado de las revistas alemanas. Pero es en París, al que llega en 1978, donde se transformó en el fotógrafo de moda más famoso del mundo.


Lindbergh estaba preparando la selección de las 161 imágenes de esta exposición cuando le sobrevino la muerte, en 2019. Los visitantes asistimos a su testamento artístico. A Limbergh se le considera un fotógrafo, naturalista, sin artificios. En sus instantáneas no hay apenas maquillaje, ni sofisticados peinados, solo está la subyugante belleza de Linda Evangelista, Caudia Schiffer, Naomi Campbell, Kate Moss o Cindy Crawford, tantas veces protagonistas de las mejores revistas de moda.


Las modelos parecen encantadas de abandonarse al objetivo del mago de la imagen, capaz, aseguraban, de hacer famosa mundialmente a quien el se propusiese. No es un fotógrafo de moda, es un constructor de iconos. Y allí están esas bellas modelos, junto a actrices, que también parecen modelos, como Penélope Cruz, Nicole Kidman Uma Thurman o Charlotte Rampling, sin tacones, sin maquillaje, hermosas y terrenales, poéticas, para producirnos, a quienes las contemplamos, cierta intimidad cómplice, que las acercan, las hacen humanas y perturbadoras. Es, sin lugar a dudas, el poder hipnótico y perturbador de la belleza.


Foto: Isabel F. Palomo

Las supermodelos de Lindbergh no sonríen, como si detrás de tan obvia hermosura hubiera una terrible historia. Esas miradas dramáticas parecen estar narrando tristes historias, quizá de abusos, de desarraigo, de abandono, de sacrificios, de soledad, de adicciones, de pasar hambre, pero, desde luego, se presiente algo no del todo confesable, y esa melancolía en esas criaturas de clavículas perfectas, al espectador, que no tiene probablemente esa genética privilegiada, le autoriza a sonreír con cierta autoconfianza, es como un “quid pro quo” en el que nuestras anónimas vidas ganan por no tener que pagar el alto precio de llegar hasta el Olimpo. Son sublimes, pero tristes, nos decimos satisfechos. Lindbergh libera a los observadores del terror de la pérdida de la juventud y la perfección.



El continente de la muestra, una antigua cementera reformada en el muelle de batería de el puerto de A Coruña, rehabilitada por el estudio de arquitectura de Elsa Urquijo, es otro de los atractivos del evento. Es un marco necesario que se corresponde con los paisajes industriales, tan característicos de la obra del fotógrafo. Coruña es una península batida fuertemente por el océano Atlántico que ha ido recuperando las vistas al mar a medida que reclamaba para la ciudad este tipo de edificaciones marítimas, históricamente en poder de puertos del Estado, otras del Ejército español, algunas de la Iglesia y, las menos, en manos de particulares. Según el hijo del fotógrafo, Benjamín Lindbergh, “Galicia es la imagen de las costas infinitas y el clima poderoso que tanto amaba Peter, una tierra en la que manda la fuerza de la naturaleza”.


Visitar la muestra se ha convertido en una actividad indispensable para los coruñeses y una recomendación, casi obligada, para los turistas. Quienes conocieron a Limbergh le atribuyen una capacidad cinematográfica a la hora de plasmar un rostro femenino. Es capaz de mostrar cierta intimidad, un relator de historias. “La verdadera belleza no requiere maquillaje, tampoco un peinado especial”, decía el fotógrafo. Por eso, las fotos de esta selección parecen las de un “back stage”, cuando ese maquillaje se ha borrado, y es ahí donde aparece la historia por encima del propio instante, ahí está el verdadero argumento.


La fotografía es un juego de descartes, en el que la imagen seleccionada es un todo, un segundo que se convierte en eterno y abarca toda la historia. La moda entra por los ojos, es un gesto, una evocación. A Peter, también, se le atribuye su capacidad de diluir los limites entre sexos. Fue el primero en dotar a sus modelos femeninas de cierto carácter andrógino y viceversa. Lindbergh fue quien sugirió a Linda Evangelista que se cortara el pelo y a partir de ese momento ella, en las propias palabras del fotógrafo, subió al top de las modelos.


Foto: Isabel F. Palomo


Testamento


La exposición termina con una instalación cinematográfica de Elmer Carroll, condenado a muerte en Florida, que está 30 minutos mirando su imagen en silencio. Todo lo contrario al glamour de las modelos. Un ser humano a punto de morir, mayor, sin crédito moral, la última opinión sobre el artificio de la moda.


Este último alegato es todo un desafío conceptual, un brillante epitafio para un artista que no quiso pasar por la vida como el hombre que sólo inmortalizó la belleza.


Foto: Isabel F. Palomo



Noventa días de exposiciones fotográficas


Desde el mes de noviembre las salas de arte de Coruña han estado programando mayoritariamente exposiciones de fotografía.


Parrote Galería de arte, presentó la obra de dos fotógrafas, la alemana Isabel Tiessen, con una propuesta paisajista muy original, contraponiendo los paisajes a las naturalezas muertas del Ikebana japonés,y la gallega Lupe Vázquez, una jóven promesa con una poética fotográfica muy definida. Vázquez, que también huye de la fotografía a color, es una excelente narradora visual de los estados de ánimo a través de los paisajes.


Foto: Isabel y Lupe Vázquez por Isabel F. Palomo


La misma semana se inauguraba en el espacio expositivo de la Casa museo de María Pita, con el título de “Liberdade” una exposición fotográfica del colectivo “Ollo de Vidro”, integrado en la agrupación Cultural “Alexande Bóveda, que preside María Xosé Bravo. La libertad retratada en instantáneas, por la solvencia de Lestonnac Ibañez (Les), Raul C. Fernández, Manuel Graña Vázquez, Chelo do Xastre, Natasha San Vicente, Eduardo Castro Bal, Calros Silvar.


Unos días después la exposición de Atelier “seremos un frágil recuerdo” de Luis Pereira.


En el Museo Luis Seoane se programaba la tercera edición de Ffoco, el único festival fotográfico de Galicia, que es una iniciativa para impulsar la creación fotográfica de la asociación Acolá, con la presencia de treinta autores y autoras. Entre las que destacaba Suqui Castro y Lúa Ribeira, la primera gallega en la prestigiosa agencia Magnum.


Foto: 'Focco' por Isabel F. Palomo


Paralelamente, en la Fundación Abanca, de A Coruña, en los cantones se presentaba una muestra de fotografías de Adolfo Enriquez con el título “Galicia a un paso de ti”. Esta exposición, producida por Turismo de Galicia, es una exaltación del territorio gallego a través de su patrimonio y su naturaleza privilegiada.

Hace unos años, en un amplio reportaje sobre la fotografía como expresión artística, firmado por Elena Vozmediano en El Cultural, se reclamaba que la fotografía llegara en forma de grado a la enseñanza superior: “Es increíble que un medio con tanto potencial teórico y práctico como la fotografía no constituya un "área de conocimiento" en la Universidad española, en la que sí tienen esa consideración la pintura, el dibujo y la escultura. Esto explica, en parte, el parco desarrollo de su enseñanza en nuestras facultades de Bellas Artes o que haya un sólo máster dedicado a ella en una universidad pública, la Politécnica de Valencia.


Los coleccionistas de arte consideran la fotografía como un arte menor. Esto es una paradoja, en este siglo en el que se han difuminado todas las barreras que separan pintura, escultura, montajes, multimedia. Resulta sorprendente la resistencia, casi canónica, de los especialistas en arte contemporáneo. "Quizá la gracia y desgracia de la fotografía como forma artística viene de su versatilidad -dice Cristina de Middel, artista con exposición en La New Gallery-. Con un pie en lo doméstico, otro en lo forénsico y otro en lo editorial es necesario remarcar la distancia entre un proyecto artístico y un mero álbum con una puesta en escena que despeje cualquier duda. La galería es una buena plataforma para darle brillo a esa distancia, pero una publicación, por ejemplo, también lo puede ser. La apropiación artística de plataformas de difusión masiva genera una retroalimentación entre fotografía y soporte, de las que pocas disciplinas se aprovechan con tanta riqueza".


Quizá lo mejor de estos noventa días, en los que Coruña ha estado “en el foco”, es ese libro para coleccionistas “Peter Lindbergh. Untold Stories, editado por Taschen, que se puede comprar en la tienda-cafetería, en ese puerto rescatado para la ciudad y que será una inversión de futuro. La otra ventaja es que se ha abierto la posibilidad de utilizar las instalaciones fabriles del puerto, como contenedores de arte y diseño. Marta Ortega ha revalorizando la fotografía de moda y ha convertido la muestra en el acontecimiento cultural de estos meses desbancando a la mismísima Emilia Pardo Bazán.

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