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Soy pasajero inesperado

Soy pasajero inesperado.

Soy mi verdad, sin mucho acierto.

Me miro en el espejo, reflejo de otro que no soy yo,

aunque me parezco, no me conozco.

Proyectado en una pantalla

en blanco y negro. A veces añejo, a veces imagen nítida, casi siempre acabo

en fundido en negro.

Proyecto, me ven, me miro. E intento, banalmente, depurar mis imperfecciones, sentado bajo la sombrilla

en la arena. Mi caparazón, mi oxitocina mi cobijo, me engaño a mí mismo y hago la solemne promesa de no proyectar mi reflejo.

Ahí están,

cada cual tapa,

esconde, disimula,

también miente.

Soy mi existencia, el tiempo que paso creando niebla sobre mi error, porque el pasaje a mostrar debe ser bello, perfecto, aunque la futilidad

se apodere del alma que me acompaña en el viaje.

Soy pasajero, lo que es hoy, mañana no será, seré cuerpo en batalla infinita en arenas movedizas.

Y entonces ¿Qué hay de verdad sobre mi? ¿Por qué lucho incesantemente contra mí mismo?

¿Por qué siempre mi reflejo es peor que yo?

Guerra de sombras, colonizando mi pensamiento, maldigo mi verdad,

me quedo con mi error pues, en última instancia, me entiendo.


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